Hoy en día, el mundo está redefiniendo el matrimonio de maneras increíbles. Sin embargo, ¿quién redefinió el matrimonio primero?

La Iglesia es la voz legal del Señor en la tierra y se supone que debe hablar y vivir de acuerdo a Su voluntad. Cuando la Iglesia empezó a aceptar el divorcio como una solución viable a los problemas matrimoniales y redefinió el matrimonio como una relación contractual desechable, se abrió la puerta para que el sistema mundial definiera el matrimonio como quisiera.

La Iglesia creó excepciones bíblicas para el divorcio, como el abuso, el abandono y el adulterio. Las parejas cristianas que se divorcian suelen alegar diferencias irreconciliables. Sin embargo, a este lado de la cruz, ¿qué pecado no ha vencido la sangre de Jesús? Dios definió el matrimonio como un pacto para toda la vida e incluso dijo que es un ejemplo de Su relación con la Iglesia.

Hoy en día hay fe para muchas cosas dentro de la Iglesia, pero cuando un matrimonio está en problemas, rara vez se predica la fe. En su lugar, las circunstancias se convierten en el factor decisivo. La condición actual de un cónyuge o los problemas del matrimonio a menudo se consideran insuperables y se acepta el divorcio como la única solución. Sin embargo, nosotros, en quienes vive Jesucristo, deberíamos ser el ejemplo para el mundo de Su poder redentor y transformador.

Para que el matrimonio sea restaurado a la definición de Dios, la Iglesia debe arrepentirse de ignorar que la Sangre de Jesús venció el pecado, todo pecado, y comenzar una vez más a levantarse en fe por la sanación y el cambio dentro de los matrimonios y las familias. Debemos ser los que restauren el plan y la visión de Dios para el matrimonio en el mundo. No podemos luchar contra la falsificación si la estamos viviendo.